La reunión de Vince Clark y Martin L. Gore, dos de los fundadores
de Depeche Mode, tendría que haber hecho
correr ríos de tinta. Yo me enteré casi de casualidad y la falta de expectación
que ha generado está más que justificada. La separación ha durado más de 30
años y podría haberse prolongado más. La falta de originalidad en su obra se
representa en ese nombre que han acuñado: VCMG, siglas que corresponden a sus
iniciales. El título del disco también debería clamar un “Ssss” de silencio
para que apaguemos nuestros reproductores. Parece mentira que estos padres de
la electrónica sean capaces de parir tan lamentable artefacto sonoro. Un
ejercicio minimalista que se desarrolla sobre bases que se repiten hasta la
saciedad.
“Bendy Bass” decepciona y los vanos intentos de
“Spock” y
“Zaat” no
consiguen que remonten el vuelo.
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