Después de los cinco años transcurridos desde el excelente “Currents”, aquel disco ha convertido a Kevin Parker en una de las figuras más relevantes de la música alternativa actual. En todo este tiempo el australiano ha estado trabajando en “The Slow Rush” y ha tenido tiempo de casarse el año pasado. El gurú de la psicodelia es ahora adorado por gigantes como Kanye West, Lady Gaga a la que compone canciones, Rihanna que lo versionea, produce a Travis Scott, colabora tanto con Theophilus London como con ZHU, participa como invitado en el disco de Mark Ronson o The Avalanches, se ha convertido en productor de moda; el hombre con el que todo el mundo quiere colaborar, incluido Alex Turner.
En su cuarto álbum, Parker, que graba y produce la totalidad del disco como un verdadero hombre orquesta, al modo de “estrella de rock” saca a relucir la psicodelia crossover desde el golpe electrónico “One More Year”,con el que arranca el disco en una singular cacofonía de baterías, para proseguir con “Instant Destiny”, una densa espiral de sintetizadores en el que refiere a su nuevo matrimonio, antes de llegar al temazo “Borderline”, en el que se acerca a la música de baile, después llegarán "Posthumous Forgiveness" en la que Parker habla con resentimiento sobre su padre o el punto verbenero de "Is it True"… Un coctel sonoro en el caben bongos, vientos, disco, Pink Floyd, Jamie XX, Fleetwood Mac o Jean-Michel Jarre. Sus sonoridades siguen siendo sintéticas y muy reconfortantes, con un meticuloso trabajo de las bases rítimicas, con especial atención al bajo. Un disco cuidado que eleva a Kevin Parker a la figura de rock star.
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