Los franceses editan su segundo disco, tras aquel “Sémaphore“ oscuro y lleno de reverb, las nuevas canciones se llenan de melancolía y dream pop, donde de nuevo reverdece la voz andrógina de Marion Brunetto. Un álbum conmovedor de canciones pop impecables, que demuestra que la banda se ha refinado. Hay muchas razones para enamorarse de "Bye Bye Baby", temas como “Déjà Vu” o “Juno” son preciosos, etéreos, casi intangibles, pero las guitarras y las estructuras de "Fou" y "Volage" me dejan sin aire, me embriagan y obligan a mis pies y mis manos a alzarse por encima del cielo azul flotando sin explicación. El disco trasciende géneros para ser emocionante, como canta Marion Brunetto en "Perséides": “ Bajo el signo del dolor, las estrellas aún brillan”. El álbum completo resulta una maravilla, a pesar de las dificultades para completarlo, Requin Chadrin lo empezó a grabar poco antes del primer confinamiento en 2020, pero no se terminó de registrar en los estudios ICP en Bruselas hasta fines del verano pasado. Afortunadamente "Tout est parfait".
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