jueves, 24 de noviembre de 2016

THE CURE 24 BILBAO Y SÁBADO 26 EN BARCELONA


The Cure llega de gira a nuestro país. Su primer concierto lo ofrecieron el domingo pasado en Madrid y para mí era un reencuentro emocional con la banda a los que vi en dos ocasiones en la década de los 80 en Barcelona. La primera vez cuando llegaron con la gira "The Kissing Tour" el 18-11-1987 en el Palacio de Deportes de Montjuic acababan de editar el doble" Kiss me, kiss me, kiss me" con el que les llegó el éxito internacional. La segunda ocasión también en la Ciudad Condal con la gira "The Prayer Tour", el 21 junio 89 en el velódromo de Vall d'Hebrón, presentaban entonces "Disintegration". Desde aquel día no había tenido ocasión de volver a disfrutar de uno de sus conciertos. La situación desde entonces ha cambiado rotundamente, ya no soy aquel joven que acababa de salir de la facultad de Periodismo y se ganaba la vida como freelance escribiendo en varias publicaciones, el pasado lunes acudía con uno de mis hijos a ver la actuación de Robert Smith crecido en kilos y con un repertorio de canciones que pueden pasar por derecho propio a la historia del rock.
Había muchas expectativas, la noche era lluviosa y gris, una ambientación más que adecuada para The Cure y su propuesta oscura, en la que llegaban para repasar sus casi 40 años de trayectoria musical. La promotora anunciaba para esta ocasión un repertorio que combinaría "éxitos, temas inéditos y rarezas". No acuden a presentar ningún nuevo disco, su último LP data de 2008 (4:13 dream), así que defendían su repertorio más clásico que va desde el post-punk, al sonido más siniestro pasando por el pop más desenfadado. No defraudaron desde el principio, con "Open" y  “High”, al que siguieron “A night like this” y tres temas de su ecléctico "The head of the door" (1985) muy coreados por el público como: “Push”, “In Between Days” y “Pictures of You”. Sin concesiones han sido vibrantes y poco a poco han puesto al público en pie. 16.000 personas en pie, bailando y coreando sus canciones. Hubo dedicatorias al público español como ese flamenco "'The blood" y Robert Smith se marcó un punteo de espaldas al público, donde demostró que es un buen guitarrista, en  "One hundred years" mientras se proyectaban imágenes de Mussolini, iglesias destruidas, Auschwitz y un gran hongo nuclear. Es verdad que estuvo contenido con su voz, la edad no perdona, pero se le disculpa. Dos horas y 45 minutos de espectáculo arrollador. En la última parte, en el primer bis, los británicos han presentado uno de sus nuevos temas, “It Can Never Be the Same”, para después atacar con “Burn”, de la BSO de la película El cuervo, “Play for Today” y acabar levantando definitivamente a todo el Palacio de Deportes con su himno gótico por excelencia, “A Forest”, de cerca de 10 minutos de duración. La banda ha resultado espléndida en esta ocasión está formada por el espectacular bajista Simon Gallup,  Reeves Gabrels, guitarrista de Bowie, Jason Cooper a la batería y Roger O'Donnell a los teclados.
La apoteosis y la comunión perfecta entre Robert Smith  y el público madrileño ha llegado en los últimos 20 minutos con algunos de los temas más reconocidos  de la banda británica tocados sin solución de continuidad: “Lullaby”, “The Walk”, “Friday I'm in Love”, “Boys Don't Cry”, “Close to Me” y “Why Can't I Be You?”.  Robert se ha mostrado desinhibido y ha bailado al compás de las palmas con aparente inocencia alzando los brazos de un modo casi infantil.  Ya con el público extasiado y rendido Robert Smith se despedía recorriendo el escenario llevándose la mano al corazón en señal de agradecimiento y con un sincero "Muchas gracias", que desde la organización me aseguran que fue sincero, porque se marchó realmente emocionado.
Sin duda ha sido uno de los conciertos del año en Madrid. Derrocharon energía y no tuvieron reparos en alargar su concierto con tremenda profesionalidad, un gozo. Ellos son parte de nuestra memoria sentimental, trascurridos tantos años es sorprendente que sean capaces de emocionar de este modo. Un espectáculo medido en el que los subidones y bajadas eran una maravillosa montaña rusa. Sonaron rotundos, a pesar de la mala acústica del Palacio de Deportes. La banda sonora de la noche fue muy similar al contenido del doble disco "Bestival" que recogía dos noches de directo en Alemania, un detalle por si quieres recuperar los momentos de esa actuación que sin duda ha resultado mágica.

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