A sus 24 años Lola Young se ha convertido en una estrella de alcance mundial. Su devenir ha estado marcado desde su más tierna infancia con clases de piano, de guitarra y de canto, para a los 14 ingresar en The Brit School, una prestigiosa escuela de artes escénicas por la que antes pasaron voces inconfundibles de la escena musical británica, como Amy Winehouse o Adele.
Lola nunca ha ocultado sus problemas de salud, sino que ha hablado abiertamente de ellos en su canciones. Lleva años diagnosticada de un trastorno esquizoafectivo al que posteriormente se sumó un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) severo. Su primer gran éxito "Messy" incluido en su segundo disco "This Wasn’t Meant For You Anyway" (2024), era una canción confesional en la que hablaba abiertamente de sus problemas que se han visto acrecentados por sus adicciones. En su juventud con el excesivo consumo de marihuana, para posteriormente convertirse en adicta a la cocaína que le ha llevado a diversos ingresos para su rehabilitación, como cuando en noviembre de 2024 ingresó durante cinco semanas en un centro de tratamiento o a principios de 2025 con otra recaída. Actualmente está acompañada por un asesor de sobriedad y rodeada de un equipo volcado en protegerla. En este entorno ha lanzado su tercer disco "I’m Only Fucking Myself" en el que no tiene ningún reparo en contarnos sus vivencias con las adicciones. Un trabajo en el que combina grunge, funk psicodélico y melodías pegadizas con letras emocionales.
Lola Young muestra su madurez y no se corta al hablar del sexo insaciable, la autodestrucción o las relaciones tóxicas. Lo hace con una brutal honestidad y en este disco podemos mencontrar algunas de sus mejores canciones, caso de "Spiders" o "Can we ignored".
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