jueves, 24 de septiembre de 2020

ANTONIO VEGA "Escapadas"

 


Escapadas es un disco de versiones y colaboraciones, un trabajo que se edita ahora en una versión más extendida con piezas no recogidas cuando se lanzó en 2004. La nueva producción recoge una veintena de canciones que ahondan en la faceta de intérprete de Antonio Vega, porque lleva las canciones a otro nivel y las convierte en otras piezas distintas.    
Fue un disco tardío, de 2004, que respondía al interés que generaba su figura,  un álbum de colaboraciones y versiones junto a otros artistas y añadió dos canciones que grabó expresamente para el lanzamiento hace ya más de 15 años: La de Amaral y "Me quedo contigo", de Los Chunguitos. La segunda fue, en realidad, una insistente propuesta de Margarita del Río la pareja de Antonio Vega, cuando ella enfermó, se decidió a hacerla, casi a modo de homenaje. Marga falleció en 2004, antes de que el disco apareciese publicado. Su pérdida fue devastadora para el artista. Sin embargo, el título "Escapadas" no generó el interés esperado y pronto cayó en el foso de la descatalogación. Ahora el disco vuelve a la vida con una edición añadida, un segundo volumen de colaboraciones perdidas y reunidas. "Escapadas" muestra a Antonio Vega sin prejuicios, con versiones de Amaral a Los Chunguitos y de Serrat a "La Tarara". Entre esas canciones sobresale el "Romance de curro “El Palmo”, de Serrat, que conmueve desde que apareciera en un álbum de homenaje al catalán en 1995. Tampoco tuvo problemas en cantar "Amor en vena", un tema sobre una yonqui que compuso Javier Álvarez para una campaña benéfica. En el álbum hay colaboraciones o versiones de Amaral («Cómo hablar»), Elefantes («Que yo no lo sabía»), Jarabe de Palo («Completo, incompleto»), Ketama («Se dejaba llevar por ti»), El Arrebato («Hoy me dio por ser honesto»), con Los Limones («Acelerado») y también con los malogrados Enrique Urquijo y Antonio Flores. 
 Antonio Vega murió hace 11 años. En una reciente entrevista en El País, su hermano Carlos contaba que "en los últimos años de su vida  nunca se tumbó en una cama a dormir. Lo poco que descansaba lo hacía sentado. La guitarra apoyada en sus muslos. Enfrente, un ordenador. Estudiaba el instrumento. Lo tocaba. Manipulaba los sonidos que extraía en el ordenador. Volvía a los acordes. Si le entraba sueño ponía el brazo derecho sobre la mesa para luego apoyar la cabeza. Dormitaba 10 minutos. Luego despertaba sobresaltado y regresaba al instrumento. Así toda la noche. No quería tumbarse, le daba pánico. Seguramente lo asociaba a no despertarse. Si se mantenía en pie seguía tirando para adelante”
Cuando falleció el músico, a su madre, Mari Luz, le salvó el clamor social. “Para mi madre fue un descubrimiento ver cómo la gente quería y admiraba a Antonio. Mi madre no había vivido eso, había vivido la parte más complicada de la vida de Antonio. Ella nunca se había metido a analizar su faceta artística. No sabía que era tan famoso como artista. Y cuando se murió y vio toda la reacción de la gente supuso un cierto consuelo”, confiesa Carlos Vega al diario.

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