Hacía mucho tiempo que no teníamos noticias de esta banda, Wesley Eisold dijo que no iba a sacar más álbumes bajo el nombre de Cold Cave y parecía que la cosa iba en serio, ya que en 2018 editó disco con American Nightmare, la seminal banda de hardcore de la que también es miembro. Sin embargo, por sorpresa lanza "Fate in Seven Lessons" el tercer trabajo de Cold Cave. Nada que reprochar, sí quizá que haya necesitado una década en completar este EP, de apenas media hora de duración. Siete canciones dedicadas al amor que ha escrito junto a Amy Lee, su pareja y compañera de banda, con la que comparte la crianza de su vástago que ahora cumple seis años. Pero que nadie espere que ese sentimiento modifique su estilo musical o que se haya vuelto más ñoño, Cold Cave siguen siendo los de siempre, con toda su aspereza y su oscuridad. "Fate in Seven Lessons" revitaliza su querida estética siniestra con un pie en los ochenta, desde esa portada con una pintura de flores que evoca una versión tenebrosa y misteriosa de “Power, Corruption & Lies”. Y con canciones de pop electrónico como “Night Light” que evocan a los New Order.
Wesley Eisold se califica como un rebelde que ha sufrido depresión toda su vida y a pesar de ello es capaz de dedicarle un disco al amor, aunque lo hace, como no podía ser de otro modo, vestido de cuero
y con gafas oscuras, esa estética que recuerda a los Sisters of Mercy, no solo en la imagen sino también en el sonido como descubres en la oscura “Psalm 23”, voces de ultratumba, bajo sinuoso y guitarras que rugen o “Happy Birthday Dark Star” donde los teclados se vuelven a aliar con las guitarras siniestras. Algo que contrasta con la tierna “Love Is All”, en la que incluye la voz de su hijo. Atención también a “Prayer From Nowhere”, que es puro Depeche Mode, con omnipresente caja de ritmos, bajo robusto y esa cadencia vocal atormentada. Por último fíjate en la contundencia de “Honey Flower” que los acerca a The Jesus and Mary Chain y el devaneo de “Promised Land” por el gótico californiano.
y con gafas oscuras, esa estética que recuerda a los Sisters of Mercy, no solo en la imagen sino también en el sonido como descubres en la oscura “Psalm 23”, voces de ultratumba, bajo sinuoso y guitarras que rugen o “Happy Birthday Dark Star” donde los teclados se vuelven a aliar con las guitarras siniestras. Algo que contrasta con la tierna “Love Is All”, en la que incluye la voz de su hijo. Atención también a “Prayer From Nowhere”, que es puro Depeche Mode, con omnipresente caja de ritmos, bajo robusto y esa cadencia vocal atormentada. Por último fíjate en la contundencia de “Honey Flower” que los acerca a The Jesus and Mary Chain y el devaneo de “Promised Land” por el gótico californiano.
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