"All Quiet on the Eastern Esplanade" es el cuarto álbum de estudio de The Libertines que llega en un momento en que Pete Doherty y Carl Barât han enterrado las hachas de guerra y han vuelto a retomar su amistad, algo de lo que nos alegramos. Nueve años después de entregarnos "Anthems for Doomed Youth" (2015), los británicos vuelven como cronistas de un tiempo extraño que nos ha tocado vivir. Ya no suenan tan excitantemente punks, pero entre sus once canciones hay verdaderas joyas, desde el mismo arranque del disco con "Run Run Run" en la que se aceleran, la juerga seguirá con "I Have A Friend" u "Oh Shit"; llega la reflexión con "Baron’s Claw", que recuerda a Jacques Brel; "Merry Old England" donde reflexiona sobre su país percibido desde los ojos de un ciudadano refugiado; "Shiver" con su derrotismo patriótico y "Songs They Never Played On The Radio", con unos espléndidos coros femeninos y Pete Doherty exigiendo: “¿Qué pasó con el pacto que hicimos? Sabes que debiste haberte quedado el día que te fuiste”. Puede que The Libertines ya no resulten tan peligrosos, ni autodestructivos aunque ahora suenen más melódicos, también resultan más sinceros y creíbles. Pet y Carl habrán cambiado, pero demuestran que siguen con habilidad para crear buenas canciones.
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