"Puta" se ha convertido en el disco más importante en la carrera de Zahara (Úbeda, Jaén, 1983, así lo demuestran los seis premios MIN, de la Música Independiente, que acaba de obtener: "Premio The Orchard al Álbum del Año", "Premio AGEDI al Mejor Álbum de Pop", "Premio Sympathy for the Lawyer al Mejor Videoclip", "Premio SAE Spain a la Mejor Producción Musical", "Mejor Letra Original" y "Premio Marilians al Mejor Diseño". Pero "Puta" es mucho más, sin duda, su álbum más personal en el que abre su alma y nos descubre su bajada a los infiernos. Un disco que hablaba de la culpa, del dolor, de los lugares oscuros, en el que hablaba de sus comportamientos “tóxicos”. Narra la experiencia de una persona que no se quería nada y se encontraba en el punto más bajo de su vida.
El pasado sábado, 30 de abril, se cumplía un año del lanzamiento de "Puta". La artista conmemora este aniversario publicando "La hostia de dios", una canción que resultará familiar para los fans que compraron la edición física, pues su letra se encontraba escondida entre las páginas del libreto, pero que había permanecido inédita hasta hoy.
"La hostia de dios" fue compuesta por la cantante, cuando terminaba de grabar las voces del disco, también participó en su producción junto a Martí Perarnau. Una canción que, como su disco, vuelve a provocar cierta incomodidad al hablar de la violencia machista, una violencia contra las mujeres. En palabras de la autora, buscaba en los oyentes que “sintieran la incomodidad con la que tenemos que vivir nosotras” y que, como denuncia, parece ser el pan de cada día de una sociedad acostumbrada a estas noticias. "Siento que se han acostumbrados a escuchar nuestra historia. Ya no les importa, no tiene ningún valor", asegura la cantante.
El tema es una composición dramática que habla sobre la desesperación de pedir ayuda y no recibirla, mientras Zahara lucha por espantar a sus viejos demonios. Su último verso dice: "Seguimos rezando, pidiendo ayuda y nadie mira a su alrededor / ahora lloramos a solas / cuando la hostia que recibimos no es el cuerpo de Dios". Una incomodidad que también se hace patente en el videoclip y el sonido de la propia canción, que utiliza la distorsión en su voz con el objetivo intencionado de molestar. En las imágenes podemos ver a una Zahara hablando directamente a cámara, apelando al espectador.
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