Joe Crepúsculo se radicaliza y nos ofrece embarcarnos en un viaje de excesos, donde como siempre ocurre en estas situaciones asumes los riesgos pero nunca sabes dónde acabarás. 40 minutos de música sin tregua, en los que Joël confiesa abiertamente: “Ven a bailar a la pista de baile que hay en mi cabeza”, mientras pulsa el 'play' para llevarnos por los derroteros de la electrónica más noventera, donde no faltan los beats nostálgicos de las raves, el sonido de Detroit y hasta un paseo por la ruta del bakalao de Valencia a ritmo de 'chunda-chunda'. Diversión, sudor y el ánimo de que revientes a bailar son las directrices que marcan este nuevo trabajo, que solo acaba al final de la noche con las luces fugaces del amanecer cuando ya dices: “No me puedo mover de tanto bailar”. Entre lo mejor, el crepitar de "Carreteras de pasión", la fiesta de “Tecnocasa” que eclosiona en una desmadrada rave, el flamenco de un “El Tren de la bruja”, un viaje con escoba en el que: “Atravieso la feria como una lanza, un demonio entre luces que nunca se apagan” o ese “Jose House” del que solo sabemos que que baila como un ángel y que acaba de salir de la cárcel, pero su ritmo promete mover las caderas en más de un festival a lo largo del verano.
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