El León de Belfast parece vivir una estupenda etapa musical muy creativa, como si se tratara de una segunda juventud a los 72 años. En tres meses ha editado dos discos: el efectivo "Roll with the Punches", próximo al soul y el blues, y "Versatile", más cercano al swing y a clásicos del jazz, a nombres como los de Chet Baker, Frank Sinatra o Gershiw. Ambos trabajos llegan con material propio y versiones.
Después de seis décadas de carrera el veterano músico norirlandés sigue en plena forma. Conserva una voz prodigiosa para su edad, rasposa y elegante, que le han permitido ser una de las estrellas rutilantes del blues, folk y rock de Reino Unido a lo largo de todos estos años, gracias a su estilo único. Elevado por méritos propios a la categoría de leyenda de la música cuenta con decenas de canciones míticas como "Gloria", "Here comes the night", "Summertime in England" o "Slim slow slider". Su disco más vendido "Moondance" forjó su particular estilo musical, dándole su máxima popularidad.
Ayer aterrizó en Madrid con su gira que ha bautizado sencillamente 2017 World Tour, para enfrentarse al pabellón del Palacio de Deportes poco adecuado para su música, ahora más íntima, aunque fuera en su versión reducida. Las nuevas piezas del irlandés, convertido en artesano, son de atmósfera pausada y eso contrasta con un un recinto tan grande. Cayeron temas de sus dos recientes trabajos, pero también clásicos de todas sus épocas. No faltaron versiones servidas por una banda de seis músicos en formación de media luna a su alrededor. Sin quitarse el sombrero demostró sobriedad y buen oficio. Por supuesto absolutamente impasible y distante, no quiso ofrecer ninguna muestra de simpatía al público, como es habitual en el León de Belfast. Los años no le ablandan.
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