El bueno de Elvis vuelva a unir sus fuerzas creativas con Sebastian Krys, una alianza que en su día les llevó a obtener un Grammy en 2018 con “Look now” que firmaron como Elvis Costello & The Imposters, un disco espléndido, esencial en la trayectoria del Costello más clásico. Ahora las circunstancias son muy diferentes a causa, entre otros motivos, del coronavirus. Elvis afronta la escritura en soledad, de modo que el álbum se ha concebido, tocado y grabado en tres entornos muy diferenciados, en tres ciudades distintas: Helsinki, París, Nueva York.
En la capital finlandesa, el músico británico grabó a solas tres canciones, la maravillosa “No Flag”, los experimentos de programación, teclados y ritmos desaforados de“Betty o’Hara Confidential” y “We Are All Cowards Now”. Desde allí saltó a París para concentrarse durante un fin de semana con el Quintette Saint Germain en la grabación de nueve composiciones de corte jazzístico. Su pianista de siempre, Steve Nieve, el unico miembro de Imposters que participa en el álbum, fue quien reclutó a ese cuarteto francés de cuerda. Es ahí, en la parte parisina, donde terminan aflorando las melodías más lentas, tristes y conmovedoras, desde el tango lentísimo de“I Do (Zula’s Song)”, al conmovedor vals "What is it that I need that I don’t already have?" o “Revolution #49”, en la que nos dice que “el amor es lo único que podemos preservar”, con una apertura recitada bajo los sonidos de un cuerno inglés.
Siguiendo la vida itinerante de este disco Elvis Costello pasó de la capital de Francia a unas sesiones neoyorquinas, con el protagonismo de dos gloriosos guitarristas Bill Frisell y Nels Cline, entre otros músicos, que embellecen los dos cortes pulidos en la Gran Manzana: la nocturna “Newspaper Pane” o la evocadora “Radio Is Everything”.
"Hey clockface" es un espectáculo pasmoso, en el que Elvis se reinventa, a la edad en que otros se jubilan, para evitar repetirse, un ejercicio meritorio para este autor que ya ha compuesto más de 300 canciones. No importa que recupere el new wave en esa mutación que es "No Flag", porque hablamos de verdadero arte y derroche de creatividad incontestable. Catorce canciones en 50 minutos, en los que conviene no bajar la guardia.
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