Alguien podría decir que la música de Beirut se agota con cada nuevo disco, porque lo que resultaba recurrente ahora se repite. La música de Zach Condon siempre ha repetido el esquema de viaje por rincones del mundo: París, los Balcanes o México. Ahora realiza, en su quinto álbum, una aproximación a territorios transalpinos, influido por la naturaleza melódica de la canción italiana, siempre pasado por su personal tamiz. En palabras del propio Condon: "El disco es una mezcla catárquica de los viejos y nuevos discos y me ha llevado de vuelta a disfrutar de la música otra vez como una experiencia visceral".
Tras el patinazo de su anterior disco, "No, No, No" (2015) presenta una propuesta que pretende ser renovada, con su recién Korg para ofrecer un sonido más rugoso; el trombón y la trompeta de Ben Lanz y Kyle Reznick siguen funcionando, sin perder el hechizo de esa belleza que rememora una y otra vez la vieja Europa, a la que ahora hay que reivindicar más que nunca, dada la situación desastrosa de éste nuestro mundo.
"Varieties of Exile" el instrumental "On Mainau Island", "Landslide", "Fin" y "Gallipoli" entre lo más destacado de este nuevo trabajo de Beirut, que es resultón por los pelos, pero que ya no motiva como antes.
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