Fueron uno de esos grupos indies de referencia. Su fama se hizo planetaria y tenían necesidad de apartarse de los focos. Cinco años de descanso para retornar con un disco desigual, más bien mediocre. Si alguine pensó que podía ser uno de los discos del año, pincho en hueso. No abandonan su zona de confort con melodías pop etéreas, pero todo suena a más de lo mismo, con un regusto
Bethany Cosentino ha dicho que éste es un álbum marcado por una fase personal oscura y un bloqueo creativo importante. Ella exorciza sus demonios, depués de superar sus problemas con el alcohol: “Es más fácil quedarse cómodamente en la locura, pero para mí, llegó un momento en que debía apearme del viaje. Tuve que mirar a la vida y preguntar “¿Por qué sigo haciendo esto? Estaba escribiendo la misma canción una y otra vez: ¡soy deprimente!”. Bethany Cosentino lo expresa así en el texto que presenta "Always Tomorrow". Se nota. Es una pena que la regularidad y la continuidad no sean las mayores virtudes del dúo californiano.
Cosentino acompañada de su inseparable amigo, guitarrista y hombre orquesta Bobb Bruno ofrecen un disco de power pop con regusto añejo, sin renunciar al surf pop. Lo más destacable de este disco son las rockeras "Wreckage" o "Everything Has Changes", el sonido ochentero de "Master Of My Own Mind" y el pop de "For The First Time". No faltan guitarrazos y Beth canta mjor que nunca.
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