Lucas Vidau es el músico y creador al frente de Confeti de Odio, que se atreve en estos tiempos convulsos en publicar su segundo larga duración "Hijos del Divorcio", en el que vuelve a incidir en una visión trágica de la vida que ya acometió en "Tragedia Española" (Auto, 20), con ese valor añadido de la ironía, para hablar de perdedores/ganadores con descaro, del sentido trágico de la vida, de esa lírica costumbrista que se mueve en el entorno del indie-pop. En este caso nos habla del dolor provocado por la separación de sus padres, a la vez que de otras relaciones amorosas y de amistad: “El disco habla de cómo nosotros entendemos el amor con unas referencias igual de perdidas que nuestros padres. Cuando creces, ves que los padres son igual de torpes que tú, que no son esos dioses que creías, y eso relaja. Ahí te das cuenta de que no estás tan perdido”.
Ahí quedan canciones como "El coro de los hijos del divorcio" interpretada por un coro infantil, “Estrella”, la proximidad al shoegaze de “Déjales entrar”, “80’s y ojeras”, la espléndida “Ángel Triste”, “El malo final”, el abuso de sintetizadores en “En la oscuridad” o la final “Mundo cruel”. Lucas Vidaur se convertirá en un fenómeno del indie nacional, tiempo al tiempo, mientras tanto seguirá por necesidades actuando de guitarrista de Axolotes Mexicanos o creando piezas para Amaia. Así es la vida.
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